miércoles, 30 de enero de 2019

Ostraco - Ostracismo


Estamos ante fragmentos de vasijas rotas, que se aprovechaban para el procedimiento del ostracismo, escribiendo en ellas con un punzón. Se han encontrado unos 10.000.
Una vez al año se reunía la asamblea al pie de la colina en la que se encontraba el cerámico, el barrio de los alfareros de Atenas. Por este motivo, en el lugar abundaban piezas de barro defectuosas que, al romperse, presentaban una forma semejante a las conchas.
En estas piezas, se escribía con cualquier instrumento punzante, el nombre de la persona que debía ser condenada. Se convocaba para dos meses después una asamblea especial en el ágora, bajo la supervisión de los arcontes y de la Boulé. El ciudadano que quería condenar a alguien debía escribir su nombre en un óstraco y entegarlo a los representantes de su tribu, quienes se aseguraban de que sólo hubiea un voto or cabeza. Se contaba todos los óstrakos, y, sólo en el caso de que llegaran a 6.000, se proclamaba el nombre del ciudadano más votado. En el plazo de diez días debía éste abandonar el territorio ateniense y no regresar a él durante diez años, a menos que se le invitara oficialmente a hacerlo, como en algún caso ocurrió.

Una vez en el poder, Clístenes emprendió una serie de reformas encaminadas a evitar la reaparición tanto de la tiranía como del régimen aristocrático. Reestructuró las demarcaciones territoriales, dividió el poder legislativo entre las diez tribus, rompió las barreras sociales impuestas por las oligarquías y estableció la igualdad jurídica de todos los ciudadanos atenienses, sin tener en cuenta su condición económica o su origen. Reformó también las instituciones de gobierno otorgando mayor importancia a aquellas en las que participaba un mayor número de ciudadanos: la Ekklesia o Asamblea y la Bulé, 500 ciudadanos elegidos por sorteo que participaban en las decisiones de gobierno. 
Para garantizar la estabilidad de estas reformas era necesario mantener el equilibrio de poder y controlar cualquier actitud o práctica que se considerara un peligro para el bien común. Con este fin se institucionaliza el ostracismo. La condena al destierro se denominó así por la manera en que se elegía a la persona que se consideraba merecedora de tal pena. Como una muestra más de las prácticas democráticas en Atenas, esta elección se realizaba por votación popular. 

Se puede considerar el ostracismo como la condena a la "muerte social" del individuo. La identidad de un individuo estaba íntimamente ligada a la polis a la que pertenecía. De hecho, griegos ilustres de la Grecia Antigua han pasado a la historia identificando en el propio nombre su polis de origen: Tales de Mileto, Licurgo de Esparta, Solón de Atenas. 

Esto demuestra el grado de filiación del griego antiguo con su entorno social. Alejar de manera forzosa a alguien de este entorno era privarle de la identidad colectiva que, de alguna forma, sustentaba su identidad individual. Obligar a alguien a abandonar su polis era, por lo tanto, mucho más que alejarle de un lugar, era "matarle" como ser social, castigo que, para algunos, posiblemente fuera peor que la propia muerte física. 

El ostracismo no implicaba degradación alguna como ciudadano ni confiscación de propiedad. Era un recurso preventivo que había establecido la polis para evitar que los elementos prominenetes de la sociedad cayeran en la tentación de ejercer un poder personal en la forma en que lo habia hecho Pisístro, es decir, como tiranos. Aristóteles lo atribuye a Clístenes, lo que tiene sentido, considerando que sus reformas potenciaban la consolidación de un ejército ateneiense imortante ya ya no tan dependiente de las cabezas de los grupos sociales, que podían seguir a un nuevo líder. 

En el 417 a.C., el ostracismo cayo en desuso. La ofensica para sacar el escenario a los políticos, con consecuencias potencialmente mucho más graves, se canalizó en adelante a través de la graphé paranomon, una acusación formal de haber propuesto una ley contraria, en su forma o en su contenido, a las leyes existentes, que tenía como primera consecuencia inmediata, la suspensión de esa ley, tanto si se había llegado a votar como si no.                                                                                                                                                                  

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