miércoles, 30 de enero de 2019

El lado más animal del ser humano



Empezó como un día cualquiera. Llegué a la estación de trenes de mi barrio, cercano al aeropuerto, aparque mi coche y me encaminé a la estación.
Había la gente habitual y el tren no tardó ni cinco minutos en llegar, cosa de agradecer ya que hacía un frío tremendo, claro que tampoco se puede esperar otra cosa en el mes de Noviembre a las 6,30 h. de la mañana.

Tomé a siento como todo los días, me quité el abrigo, bufanda, guantes y la boina, el resto me lo dejé puesto, no era cuestión de desnudarse, aunque el cambio de temperatura es tremendo, no comprendo por  qué han de poner la calefacción tan sumamente alta, pero bueno, siempre puede uno quitarse la ropa que lleva encima. Acto seguido me puse los auriculares, busque Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, tome mi libreta de apuntes y me puse toda relajada a leer.
Vamos, más tranquila y mejor no se puede comenzar un día de trabajo, digo yo.
Poco antes de llegar a la estación, como siempre lo suelo hacer para no entorpecer la salida, me puse mi abrigo, bufanda, guantes y boina, guardé mi libreta en la cartera, tomé mi bolso y me puse a la cola, siempre hay cola, para salir.
A veces pienso que a la gente en España le encantan las colas, vayas por donde vayas, hagas lo que hagas, siempre te encuentras con colas, en la compra, para lavar el coche, en la estación, metro, etc…. Curioso.
El tren se detiene, ya de lejos se ve un aglomerado de gente esperando, más de lo normal. La puerta se abre, siempre se suele abrir, al menos aun no me ha pasado que no fuese así. Los primeros salimos ordenadamente, como lo suelen hacer las personas.
Hasta que de pronto alguien detrás de mi se empieza a impacientar, la gente que esta fuera esperando para entrar, casi bloquean la salida, los que están adentro se vuelven impacientes por salir.
Comienzan los empujones, insultos, recibo un golpe en la espalda, siento como me arrancan las gafas, un señor atento las coge al vuelo antes de caer al suelo y me las entrega, siento como me pisan, pierdo un zapato, una señora lo ve, la verdad es que no sé como lo pudo ver, yo ni siquiera consigo ver mis manos, el caso es que también me lo entrega, entre empujones e insultos.
Por fin llegamos a las escaleras eléctricas. Unos desquiciados ni siquiera las usan, suben por los reposa brazos entre las escaleras de subida y bajada.
Al final llego “sana y salva” arriba. Me paro en un rincón dónde nadie me pueda empujar más. Y cansada intento analizar la situación.
Ahí estoy yo, son las siete de la mañana, salí bien arregladita de mi casa y ahora me miro.
La bufanda medio puesta, la boina casi tapándome un ojo, en una mano mi zapato, en la otra mis gafas.
Sigo mirándome y doy gracias de conservar al menos todo el resto de mi ropa intacta sobre mi cuerpo.
Me arreglo como puedo y de pronto antes de anunciar el andén de mi próximo tren, me pongo a reír, la gente me mira como si estuviese loca.
¡Me miran a mí, como si yo fuese la que estuviese loca!
Yo que acababa de sobrevivir a una estampida de animales enloquecidos. Yo que acababa de sufrir en propia piel lo más animal del hombre. El poder de la fuerza bruta.
Pero al parecer, eso. las personas de hoy en día lo ven normal, lo que no ven normal es que una se ponga a reír en una situación así.
Ya más relajada y de nuevo arregladita me dirijo al anden anunciado.
Habrán pasado como unos 15 minutos desde que se produjo semejante estampida. Llego al andén y cuán grande fue mi sorpresa al ver las mismas caras que en parte produjeron ese caos, ese descontrol inhumano.
Mientras espero que llegue el tren me pregunto: ¿Para que todo este alboroto, por qué se comporta el hombre así? ¿Por qué saca lo más animal de sí mismo?
¿Para luego tener que esperar 20 minutos al próximo tren?
Dicen que el hombre se distingue del animal en su inteligencia. Que el hombre es constitutivamente moral y social. Que nos distinguimos por nuestra conciencia, conocimientos y raciocinio, que al animal se le da todo dado y que el hombre tiene quehaceres.
Y yo me sigo preguntando, ¿Cuándo se dará cuenta el ser humano de ello?

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