Todo
el esfuerzo de análisis de la cultura europea que Nietzsche lleva a cabo tiene
como finalidad experimentar, ensayar de algún modo con el pensamiento
(Gedankenexperimente) la posibilidad de una transformación de la actual
situación espiritual y psicológica de Europa.
Se trata, pues, de la conjetura de una praxis culturizadora alternativa
destinada, como terapia, a encarar la enfermedad del nihilismo europeo.
La
terapia de la cultura habría de consistir en intentar la posibilidad de que, en
algunos individuos al menos, pueda sustituirse un modo de interpretar la vida
por otro, y puedan invertirse el conjunto de sus valoraciones principales por
las contrarias.
En
este sentido, de la hipótesis básica de la voluntad de poder se deriva que toda
cultura se ha formado en virtud de una coacción y de una imposición despóticas
de valores y de interpretaciones presionando durante mucho tiempo sobre los
individuos hasta conseguir su incorporación como condiciones de existencia.
En
cualquier caso, la coacción, la imposición, la presión se ejercen sobre el
cuerpo; entendiendo el cuerpo como conjunto de configuraciones de instintos que
garantizan ciertas condiciones de existencia, y que son el resultado de la
forma particular en la que se efectúa el trabajo de interpretación de la
voluntad de poder.
El
experimento de la transvaloración se inicia como ensayo por parte de algunos
individuos de las condiciones que hacen posible la incorporación de nuevos
juicios de valor en los que se traducirían el potenciamiento y la
intensificación de la vida.
Estos
individuos podrían iniciar así un proceso que, a la larga, tal vez pudiera
reorientar la situación cultural de Europa. Lo que estos individuos ensayarían
en sí mismos sería el mismo mecanismo de transformación al que podrían ir
sumándose luego otros hasta convertirse, con el transcurso del tiempo, en tipo
predominante.
En el
caso de los individuos que deben iniciar la transvaloración de los valores
nihilistas, Nietzsche comprende esa coacción como resultado de una decisión de
la voluntad de poder afirmativo, trayendo de nuevo a la memoria el ejemplo de
los griegos.
Lo que
Nietzsche llega a comprender es que esa serenidad y ese apolinismo de la
escultura griega, y lo mismo se puede decir de su ciencia, de sus instituciones
políticas o de su religión, no es algo que el griego tenía como un don natural
gratuitamente recibido, sino que fue un poder que él conquistó, que quiso tener
y que obtuvo sometiéndose a una larga, rigurosa y exigente disciplina de
autosuperación. De ahí que, frente a la situación del nihilismo europeo,
Nietzsche invite a volver la mirada a los griegos para ver encarnada, en su
tipo de hombre predominante, esa voluntad de poder que logara dominar su propia
fuerza, una organización de dispositivos pulsionales en torno a un centro de
gravead que regula las confrontaciones entre fuerzas activas y fuerzas
reactivas en conformidad con las exigencias de potenciamiento e intensificación
de la vida.
El
ejemplo de los griegos enseña a los sujetos que estén dispuestos a hacer el
experimento de la transvaloración, sobre todo, el modo no nihilista de ejercer
la fuerza de la voluntad de poder afirmativa, la cual, a partir de la decisión
de querer la salud como una reorganización distinta de nuestros dispositivos
pulsionales, se orienta hacia un movimiento de continua autosuperación como
autoexigencia del máximo rigor y disciplina con uno mismo.
Como
consecuencia de ello, lo logrado por estos individuos en ellos mismo podrá tal
vez servir para que otros deseen seguir su ejemplo, que se mostrará como un
modo de vivir, sin mala conciencia, de acuerdo con nuevos valores afirmativos.
siempre el objetivo principal del ser humano debe ser la autosuperacion ya despues las demas metas en la vida llegaran solas
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