lunes, 24 de julio de 2017

A vueltas con la voluntad de poder



Cuando se dice que ante el sufrimiento la actitud básica del europeo moderno es la del esclavo lo que se quiere señalar en primer lugar, es que no lo soporta, que al querer lo incondicional sólo puede verse a sí mismo bajo una tiranía. Como animal de rebaño, su compasión expresa, entre otras posibles cosas, la sublevación contra el gusto aristocrático que menos precia o, al menos, parece quitarle importancia al sufrimiento.

Compasión, por tanto, equivale en él a la igualdad misma como sentimiento común de unión entre seres sufrientes todos por igual a causa de una suerte injusta o una sociedad mal constituida; conmiseración, por tanto, que funde a los individuos en un sentimiento común que neutraliza su rivalidad y amortigua la voluntad de lucha.

Ésta voluntad de la moral europea que ha producido valores nihilistas y ha culpabilizado a los instintos por resentimiento, tratando de compensar su sufrimiento al causar dolor a cuantos más mejor.

El nihilismo que quiere y busca el sufrimiento encuentra en el ideal ascético la tiranía que necesita.

Pues el ideal ascético da un sentido a su sufrimiento, lo justifica, y de este modo intensifica su sentimiento de poder.

Este nihilismo agresivo y creativo traduce una voluntad de venganza que niega la vida, estimada como fuente de dolor y de mal.

Al consistir la debilidad de la voluntad esencialmente en impotencia para afrontar el dolor, entonces el miedo, la obsesión por el dolor, se convierte en el instinto dominante que obliga a todos los demás, instintos a expresarse necesariamente según su dirección propia.

Ésta es la razón de por qué Europa se vuelca finalmente en una cultura de la lástima y de la compasión.

La cultura europea moderna, en suma, se basa en una valoración que afirma la enfermedad, que trata de mantener el dominio de la enfermedad, la debilidad, la decadencia.

Nietzsche concluye que, en la situación actual de la sociedad europea, la compasión es la práctica fundamental del nihilismo. Es decir, la compasión es el modo principal en el que ahora se expresa ese retorcimiento de la vida contra sí misma en el que consiste justamente el nihilismo.
El énfasis de Nietzsche en sus críticas continuas a esta compasión, en la que consiste ahora la práctica principal del nihilismo, se dirige a la necesidad de distinguir entre la compasión nihilista y otro tipo de compasión que esté en consonancia con el ejercicio de la voluntad de poder activa, una clase de compasión que se despliega desde una actitud ante el problema del dolor opuesta a la del nihilismo.

La voluntad de superación de crecimiento, de fortalecimiento, de acción y de transformación creativa de nuestra existencia, y el sentimiento de placer en el que esa voluntad se traduce, es lo que antecede de manera más elemental al dolor. Éste no es más que esa misma voluntad de crecer que lo incluye como su condición de autosuperación.
El dolor, pues, es sentido por la voluntad de poder sana, no como la desgracia que hay que sufrir pasivamente, sino más originariamente, como la tensión activa generada por la exigencia de una sobreabundancia de vida.

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