Entre los momentos históricos
de Kant y Sócrates existe cierta analogía. Al igual que la ética de Sócrates se
puede denominar como ética individual, por partir del sujeto, aunque quizás en
su caso, fuese una ética particular, como algunos dicen, la ética kantiana es
de un individualismo radical, algo que procede inmediatamente de la
Ilustración, pero que trae su origen de la adscripción de Kant al luteranismo.
Sin embargo, la ética de
Platón estaba subordinada a la política, o sea, era una ética social (común),
que está muy bien recogida y argumentada en el Bien Común de Aristóteles. Se
puede decir que Fichte, Schelling y Hegel son los herederos de Aristóteles,
respecto a los principios de la ética comunitaria (social).
Fichte introdujo su noción
dialéctica del yo y del tú paralela a la dialéctica del yo y del no-yo, y su
afirmación de una ética social en la que cada hombres es corresponsable del
destino ético de los demás.
Schelling, por su parte,
introdujo el concepto de organismo frente al atomismo social.
Hegel representa una vuelta a
la realidad concreta y a la armonía griega a la radical escisión de Kant. Con
su sistema empalma directamente con Platón frente a Kant y de la ética
individualista se vuelve a pasar a su extremo, a la ética social.
En la actualidad se ha
seguido debatiendo la misma tensión.
Ahora, la gran pregunta ética
de nuestro tiempo la ha formulado Sartre sobre las relaciones entre ética
social e individual.
¿Puede considerarse como
verdaderamente bueno el hombre que acepta, cuando menos con su pasividad y con
su silencio, una situación social injusta?
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