En una
ocasión, posteando en un foro de filosofía, de los muchos que pululan por esos
mundos de Dios, entablé un debate con alguien al que llamaremos J.
No sé muy bien cuál fue el comienzo de la discusión, algo tendría que ver con las diferencias culturales entre el Islam y Occidente, o entre el terrorismo, los fundamentalismos y esas cosas. El caso es que J. titula un mensaje llamándolo Guerra Santa, en el que sólo hay especulaciones y juicios de valor sin fundamento alguno (seguro que se trataba de política).
Mi respuesta fue un escueto sin comentarios. Nombre y apellidos. Y J. me contesta con cierto humor Maldad intrínseca la tuya, vaya. Yo apostillo con seriedad Chorrada descomunal por tu parte.