Empezó como un día cualquiera. Llegué a la estación de trenes de mi barrio, cercano al aeropuerto, aparque mi coche y me encaminé a la estación.
Había la gente habitual y el tren no tardó ni cinco minutos en llegar, cosa de agradecer ya que hacía un frío tremendo, claro que tampoco se puede esperar otra cosa en el mes de Noviembre a las 6,30 h. de la mañana.