La primera impresión que tuve al leer a
Derrida fue la de perplejidad. Y desde mi perplejidad pude vislumbrar
otra perplejidad más profunda y espesa. Abarcante. Sin límites ni
esperanzadores atisbos de posible dominio, control, comprensión o simple
reconstrucción de lo leído o, en su caso, de lo escrito[i].
Una perplejidad omnipresente y ridículamente (me refiero a mi perplejidad), repito, ridículamente diferenciada de todo intento, por útil o inútil e incluso por natural que sea, de permanecer en el seno de un análisis, sospechosamente constructivo, del sentido y del significado de la escritura, de su escritura, <<... el escribir despierta el sentido de voluntad de la voluntad: libertad ruptura con el medio de la historia empírica a la vista de un acuerdo con la esencia oculta de lo empírico, con la pura historicidad. Querer-escribir y no deseo de escribir, pues no se trata de afección sino de libertad y de deber>>[ii].
Una perplejidad omnipresente y ridículamente (me refiero a mi perplejidad), repito, ridículamente diferenciada de todo intento, por útil o inútil e incluso por natural que sea, de permanecer en el seno de un análisis, sospechosamente constructivo, del sentido y del significado de la escritura, de su escritura, <<... el escribir despierta el sentido de voluntad de la voluntad: libertad ruptura con el medio de la historia empírica a la vista de un acuerdo con la esencia oculta de lo empírico, con la pura historicidad. Querer-escribir y no deseo de escribir, pues no se trata de afección sino de libertad y de deber>>[ii].
Carácter ilimitado de la evidencia. Un
asentimiento en bloque del saber cual abrupto terminar. Y un saber aislarse del
no saber para excluir lo excluido fuera de lo acabado.
Ciertamente, el saber humano es finito,
porque como bien muestra Derrida, se asienta no definitivamente.
¿Pretende Derrida sorprender a la escritura;
sorprender a la Metafísica; sorprender a la Historia; sorprenderse a sí mismo;
sorprender al conocimiento en general, o simplemente no puede dejar de suponer
un principio, por ambiguo, diseminado o (e) inconcreto que éste sea?: <<Si la ausencia es el alma de la pregunta, si la
separación no puede sobrevenir más que en la ruptura de Dios - con Dios, si la
distancia infinita de lo Otro[iii]
sólo es respetada en las arenas de un libro en el que la errancia y el
espejismo son siempre posibles, entonces Le livre des questions es a la
vez el canto interminable de la ausencia y un libro sobre el libro>>[iv].
Un terminar el saber para librarnos de
la paradoja de la contradicción entre lo último y la inercia. Un
inacabamiento. El mismo informulable problema del principio. La incomparecencia
del principio. El inacabamiento del lugar de dicha incomparecencia, que no es
otra cosa que la evidencia del principio.
Pero Derrida quiere ir más allá de la pura intencionalidad y llevar el pensamiento, o su escritura, hasta el límite de su significación cognoscitiva, en condiciones tales que, al detectarlo (me refiero al límite) pueda, en ese mismo acto intelectivo, abandonarlo, <<... y la Nada -como el Ser- únicamente puede callarse y ocultarse>>[v].
Derrida socava sin compasión la peculiar unidimensionalidad del sinsentido lógico, o lo que es lo mismo, del sinsentido lingüístico, pues homogeneiza todos los predicados que caen bajo su poder (de voluntad, pues no puede ser de otra manera) y que él utiliza para dotarlos de una cierta significación y, por tanto, afirmarlos como existentes.
Realidad que se asemeja a la singular determinación de lo estrictamente finito en cuanto que es una estructura del lenguaje, por supuesto, histórica, dado que de alguna manera depende del tiempo. Tratando de afirmar su posición como necesaria, cuando no es más que un significado, un sentido, una determinación, quizá a-temporal, o in-temporal, o simplemente circunstancial (puede ser), aunque es indudable (¿quién puede discutirlo?) que está inmerso en el tiempo (¿cómo sino podría ser?) y a merced de cualquier juicio, de cualquier crítica, de cualquier lector, de cualquier observador. Del silencio[vi].
Pues únicamente es en el silencio absoluto donde no se interrumpe la voz de Dios. El silencio, que permite que la voz de Dios se oiga. Sólo por el silencio el hombre es capaz de escuchar a Dios y, en consecuencia, de escucharse a sí mismo (¿qué diferencia esencial hay entre UNO y OTRO?) y observar, muy a pesar suyo, la inoperancia encadenada, encadenante y desencadenada del pensamient.
Moviéndome entre la sorpresa y la desorientación intento descubrir y encontrar la eficacia de esta perplejidad y no puedo dejar de pensar que, precisamente, estriba en que no se pueda salir de ella, en que no hay formulación subsiguiente válida: más allá de la perplejidad no significa nada. La incongruencia de la perplejidad se corresponde con su permanencia; se corrompe en su propia permanencia. Matización intelectual en la que el ligamen con su identidad (la de permanecer en su permanencia) es una redundancia cognoscitiva pertinente respecto de su ser principal, que no es otro que el de simple permanecer.
Pero Derrida quiere ir más allá de la pura intencionalidad y llevar el pensamiento, o su escritura, hasta el límite de su significación cognoscitiva, en condiciones tales que, al detectarlo (me refiero al límite) pueda, en ese mismo acto intelectivo, abandonarlo, <<... y la Nada -como el Ser- únicamente puede callarse y ocultarse>>[v].
Derrida socava sin compasión la peculiar unidimensionalidad del sinsentido lógico, o lo que es lo mismo, del sinsentido lingüístico, pues homogeneiza todos los predicados que caen bajo su poder (de voluntad, pues no puede ser de otra manera) y que él utiliza para dotarlos de una cierta significación y, por tanto, afirmarlos como existentes.
Realidad que se asemeja a la singular determinación de lo estrictamente finito en cuanto que es una estructura del lenguaje, por supuesto, histórica, dado que de alguna manera depende del tiempo. Tratando de afirmar su posición como necesaria, cuando no es más que un significado, un sentido, una determinación, quizá a-temporal, o in-temporal, o simplemente circunstancial (puede ser), aunque es indudable (¿quién puede discutirlo?) que está inmerso en el tiempo (¿cómo sino podría ser?) y a merced de cualquier juicio, de cualquier crítica, de cualquier lector, de cualquier observador. Del silencio[vi].
Pues únicamente es en el silencio absoluto donde no se interrumpe la voz de Dios. El silencio, que permite que la voz de Dios se oiga. Sólo por el silencio el hombre es capaz de escuchar a Dios y, en consecuencia, de escucharse a sí mismo (¿qué diferencia esencial hay entre UNO y OTRO?) y observar, muy a pesar suyo, la inoperancia encadenada, encadenante y desencadenada del pensamient.
Moviéndome entre la sorpresa y la desorientación intento descubrir y encontrar la eficacia de esta perplejidad y no puedo dejar de pensar que, precisamente, estriba en que no se pueda salir de ella, en que no hay formulación subsiguiente válida: más allá de la perplejidad no significa nada. La incongruencia de la perplejidad se corresponde con su permanencia; se corrompe en su propia permanencia. Matización intelectual en la que el ligamen con su identidad (la de permanecer en su permanencia) es una redundancia cognoscitiva pertinente respecto de su ser principal, que no es otro que el de simple permanecer.
Orgía desmedida, sistemáticamente
provocativa, locura hiperbólica de la supuesta y sugerente estructura
finita de un logos, relativamente egocentrista, comprometidamente
absoluta, arriesgadamente absoluto. Violenta explosión de posibles
significados, por verosímiles o inverosímiles que parezcan. Agresiva reafirmación
de los diferentes sentidos que devienen de todos esos significados y que no son
distintos sino diferentes; diferentes formas de significar lo mismo,
de mostrar la profunda relación que hay entre uno y otro. <<La diferencia entre[vii] el exceso absoluto (...)
y la razón que está más loca que la locura>>[viii], aunque
esté más cerca del sentido; aunque esté más allá del ser y entre el no-ser.
Aunque sea unívocamente determinada por <<la sinceridad,
que es la simplicidad>>, pero que
nunca puede ser mentirosa por ser precisamente simple, cuando la mentira, de
suyo, es múltiple, contraria y contradictoria consigo misma.
Construcción de un mundo congnoscitivamente significativo por medio de un baile monoaural, reiterativo, monótono, circular, específicamente gradual y ascendente hasta encontrar lo buscado: significado de lo reiterativamente señalado, designado. Desmedida espiral concentrada en la predeterminada progresión de lo aparentemente diseminado, donde lo perseguido se diluye en la presunción de lo logrado y el objetivo se pierde en la transfiguración presuntamente destructiva de las distintas, que no diferentes, interpretaciones al uso.
Despiadada reconstrucción de las formas endemoniadas de la sinrazón, hasta alcanzar la plenitud de la significatividad pura antes de perderse premeditadamente en la exageración de la calificación deseada, encontrada y recortada a su medida para que sea capaz de decir algo, o nada, o todo; o casi todo, o casi nada, pero lo dice y queda escrito:
Construcción de un mundo congnoscitivamente significativo por medio de un baile monoaural, reiterativo, monótono, circular, específicamente gradual y ascendente hasta encontrar lo buscado: significado de lo reiterativamente señalado, designado. Desmedida espiral concentrada en la predeterminada progresión de lo aparentemente diseminado, donde lo perseguido se diluye en la presunción de lo logrado y el objetivo se pierde en la transfiguración presuntamente destructiva de las distintas, que no diferentes, interpretaciones al uso.
Despiadada reconstrucción de las formas endemoniadas de la sinrazón, hasta alcanzar la plenitud de la significatividad pura antes de perderse premeditadamente en la exageración de la calificación deseada, encontrada y recortada a su medida para que sea capaz de decir algo, o nada, o todo; o casi todo, o casi nada, pero lo dice y queda escrito:
<<Si la negatividad
(trabajo, historia, etc.) no contiene jamás relación con lo otro, si lo otro no
es la simple negación de lo mismo, entonces ni la separación ni la trascendencia
metafísica se piensan bajo la categoría de la negatividad. De la misma manera
que (...), la simple conciencia interna no podría, sin la irrupción de lo
totalmente otro, darse el tiempo y la alteridad absoluta de los instantes,
así también el yo no puede engendrar en sí la alteridad sin el encuentro del
otro>>[ix].
Originaria identidad en la que se crea
la libertad. Distinguiéndola entre el núcleo del otro y su propia
libertad creada, tanto la de uno como la del otro. Libertad
creada y por ello irreducible a la no contradicción, irreducible a la causa de
su misma identidad. Identidad de la no-presencia del otro que no es ausencia,
ni oscuridad, ni vacío, sino simple carencia de evidencia o simple sencillez de
la afección aun siendo antes de cualquier manifestación:
<<Comunidad
de la no-presencia, en consecuencia de la no-fenomenalidad. No comunidad sin
luz, no sinagoga con los ojos vendados, sino comunidad anterior a la luz
platónica. Luz antes de la luz neutra, antes de la verdad que se presenta como
tercera (...). Lo otro, lo completamente otro sólo puede manifestarse como lo
que es, antes de la verdad común, en una cierta no-manifestación y en una
cierta ausencia. Sólo de él puede decirse que su fenómeno es una cierta
no-fenomenalidad, que su presencia (es) una cierta ausencia. No ausencia
pura y simple, pues la lógica acabaría así volviendo a arreglar sus cuentas,
sino una cierta ausencia>>[x].
Los conceptos no se retrotraen, y aún así
parece que su perspectiva epistemológica no puede encontrar una correcta
realización.
Derrida es deliberadamente inverosímil, y
por ello mismo consigue salvar la elíptica, por vaga y pretendida, ilusión con
la que nos enfrentamos a su escritura.
En efecto, con algo que se parece mucho a la nada Derrida ha conseguido construir un complejo sistema (¿método?) de análisis. Estructurado desde el cero, que es neutral, hasta la más acertada representación intelectiva de los conceptos utilizados desde siempre, logrando una reconstrucción sistemática de lo posible en tanto que probable, por inseguro. Y de lo seguro, por incuestionable: <<Diferencia entre la filosofía como poder de aventura de la cuestión misma y la filosofía como acontecimiento o giro determinados en la aventura>>[xi].
Es la diferencia que hay en la escritura, en tanto que escritura, o en la escritura en tanto que significado.
Es la búsqueda de conceptos generales fijos y vacíos; o la de representaciones intelectuales expresadas en términos de un lenguaje que aparentemente es fenoménico, intencionadamente descriptivo, profundamente analítico y globalmente complejo.
Anatomía lingüística; metafísica biológica. Religión sin dogmas ni tradición ni ritual. Pensamiento contraído en la soledad más sola y necesitado de comunicación, aunque sea sin el otro. Pensamiento que es palabra. Soledad sin pensamiento, que es sin otro. Pensamiento que es y que no necesariamente necesita ser. Pero es, a pesar de todo. Pensamiento que no tiene por qué ser cognición. O cognición que todavía no ha encontrado su pensamiento, o el pensamiento del otro[xii]. O nuestro propio pensamiento, que sigue preso, como en todo tiempo, de un cierto sentimiento de dualidad (sujeto-objeto; ser-nada; bueno y malo; uno y otro ...).
En efecto, con algo que se parece mucho a la nada Derrida ha conseguido construir un complejo sistema (¿método?) de análisis. Estructurado desde el cero, que es neutral, hasta la más acertada representación intelectiva de los conceptos utilizados desde siempre, logrando una reconstrucción sistemática de lo posible en tanto que probable, por inseguro. Y de lo seguro, por incuestionable: <<Diferencia entre la filosofía como poder de aventura de la cuestión misma y la filosofía como acontecimiento o giro determinados en la aventura>>[xi].
Es la diferencia que hay en la escritura, en tanto que escritura, o en la escritura en tanto que significado.
Es la búsqueda de conceptos generales fijos y vacíos; o la de representaciones intelectuales expresadas en términos de un lenguaje que aparentemente es fenoménico, intencionadamente descriptivo, profundamente analítico y globalmente complejo.
Anatomía lingüística; metafísica biológica. Religión sin dogmas ni tradición ni ritual. Pensamiento contraído en la soledad más sola y necesitado de comunicación, aunque sea sin el otro. Pensamiento que es palabra. Soledad sin pensamiento, que es sin otro. Pensamiento que es y que no necesariamente necesita ser. Pero es, a pesar de todo. Pensamiento que no tiene por qué ser cognición. O cognición que todavía no ha encontrado su pensamiento, o el pensamiento del otro[xii]. O nuestro propio pensamiento, que sigue preso, como en todo tiempo, de un cierto sentimiento de dualidad (sujeto-objeto; ser-nada; bueno y malo; uno y otro ...).
Sin embargo, Derrida intenta lo imposible:
saltar sobre la sombra de la mismísima división para captar la propia
fundamentación, fundamentalidad, que nos envuelve: <<lo otro no
es lo otro más que si su alteridad es absolutamente irreducible, es decir,
infinitamente irreducible; y lo infinitamente Otro sólo puede ser lo Infinito>>[xiii]. Aunque,
tal vez, la única diferencia que es posible encontrar en lo otro (o en lo
uno, pues no encuentro diferencia esencial alguna sino sólo
semántico-sintáctica, formal, diacrónica, y en última instancia, funcional),
sea la diferencia que existe entre lo que es (tanto lo uno como lo
otro), es decir, él mismo (uno u otro), y lo que se piensa que
es, esto es, su idea.
¿Pretende Derrida explicar la diferencia
de lo UNO y de lo OTRO; la diferencia en la unidad de Hegel, o la identidad
inamovible en que la diferencia se reconoce como otro igual a sí mismo?
¿Su especulación articula la diferencia en la unidad, la identidad en lo diferente, la diferencia de la(s) identidad(es), o de la mismidad, de la ipseidad, de lo uno o, por qué no, de lo otro, o es propia de la época a la que pertenece, configurada por el carácter simple y a la vez complejo de la sociedad predeterminada en los últimos tiempos por las fundamentaciones ambiguas, a fuerza de querer ser rigurosas y complejas al par que analíticas, buscando lo incondicionado de cualquier complicado significado atribuido a lo dicho, o a la escrito, incluso a lo no pensado pero supuestamente sugerido como un abanico de múltiples posibilidades de realización para concederle la mera virtualidad (que realmente puede acontecer) de ser interpretado, criticado, enjuiciado, en definitiva, reconstruido, después de haber sido desperdigados (diseminados), de-construidos todos los conceptos o representaciones intelectivas, incluso aquellas partes que componen y configuran dichas representaciones (para conjugar de modo más regular los contenidos de los tiempos, no sólo verbales, concebidos y así poder alcanzar, comprender, el significado deseado), para recogerlas con cierta desidia, metódicamente sistematizada, con cierta lógica presumiblemente establecida desde el principio, dirigida y afortunadamente autocontrolada, para que cualquiera conjugue (de nuevo), no sin cierta dificultad inherente al objeto de estudio en cuestión, de modo más o menos regular, los contenidos de los significados concebidos, estructurados, sin poder saber con exactitud si se corresponden o no con la realidad, cualquiera que ésta sea, real o imaginaria?
¿Su especulación articula la diferencia en la unidad, la identidad en lo diferente, la diferencia de la(s) identidad(es), o de la mismidad, de la ipseidad, de lo uno o, por qué no, de lo otro, o es propia de la época a la que pertenece, configurada por el carácter simple y a la vez complejo de la sociedad predeterminada en los últimos tiempos por las fundamentaciones ambiguas, a fuerza de querer ser rigurosas y complejas al par que analíticas, buscando lo incondicionado de cualquier complicado significado atribuido a lo dicho, o a la escrito, incluso a lo no pensado pero supuestamente sugerido como un abanico de múltiples posibilidades de realización para concederle la mera virtualidad (que realmente puede acontecer) de ser interpretado, criticado, enjuiciado, en definitiva, reconstruido, después de haber sido desperdigados (diseminados), de-construidos todos los conceptos o representaciones intelectivas, incluso aquellas partes que componen y configuran dichas representaciones (para conjugar de modo más regular los contenidos de los tiempos, no sólo verbales, concebidos y así poder alcanzar, comprender, el significado deseado), para recogerlas con cierta desidia, metódicamente sistematizada, con cierta lógica presumiblemente establecida desde el principio, dirigida y afortunadamente autocontrolada, para que cualquiera conjugue (de nuevo), no sin cierta dificultad inherente al objeto de estudio en cuestión, de modo más o menos regular, los contenidos de los significados concebidos, estructurados, sin poder saber con exactitud si se corresponden o no con la realidad, cualquiera que ésta sea, real o imaginaria?
¿Quiere decir Derrida que la unidad y lo
infinito son diferentes o son dos conceptos (nombres) distintos para un mismo
significado? ¿Acaso la nada tiene entidad, el ser indeterminación
y (o) la evidencia inconsistencia? ¿Todo. Absolutamente Todo, se
define como libertad y espíritu; como espontaneidad pura y pura energía
unificadora (Hegel); implicación mutua entre la objetividad y la subjetividad:
Persistente vinculación de lo que fue, de lo que es y de lo que debería ser,
como único modo de conocer, de saber, de acceder al ser?
¿Cuáles son las estructuras significativas
que laten en el seno de los conceptos que utiliza Derrida, que se alejan y se
pierden y, de súbito, vuelven a aparecer para determinar definitivamente el
sentido de lo que quiere decir, de lo que queda escrito?
El modelo de Derrida parece ser fundamentalmente metodológico, a su manera, claro está.
Sería necesario alcanzar la profundidad radical de su altura, para que la totalidad percibida y el conocimiento (¿pensamiento?) que la percibe se fundiesen en una misma unidad (¿qué hay antes que la unidad?), a la que, tal vez, se podría calificar de originaria, por ser (lógicamente, existencialmente ...) anterior a todo lo demás.
En rigor, no hay más diferencia que la que uno u otro, quiera poner. La dificultad reside en saber exactamente cuál es el significado de ese uno o de ese otro, si en sí mismo o en otro, porque siempre es él mismo, o el mismo[xiv]. ¿Qué diferencia hay?
El modelo de Derrida parece ser fundamentalmente metodológico, a su manera, claro está.
Sería necesario alcanzar la profundidad radical de su altura, para que la totalidad percibida y el conocimiento (¿pensamiento?) que la percibe se fundiesen en una misma unidad (¿qué hay antes que la unidad?), a la que, tal vez, se podría calificar de originaria, por ser (lógicamente, existencialmente ...) anterior a todo lo demás.
En rigor, no hay más diferencia que la que uno u otro, quiera poner. La dificultad reside en saber exactamente cuál es el significado de ese uno o de ese otro, si en sí mismo o en otro, porque siempre es él mismo, o el mismo[xiv]. ¿Qué diferencia hay?
Aquí se nos revela, a mi entender, uno de
los aspectos más característicos de la actitud de Derrida: la primacía de la
acción (la escritura), sobre la diferencia; porque es en la escritura donde
saborea, saboreamos, con plenitud la explicación determinante del sentido
último-primero, de la diferencia, esencializando más y más el punto de partida,
en hacerlo más radical, más independiente, más absoluto, o mejor dicho, más
absoluto-relativo . Se trata de llegar al comienzo absolutamente primero del
filosofar mediante la reducción a la ausencia absoluta de presupuestos y
el conveniente establecimiento de los métodos de acceso a los distintos planos
del conocer: el comienzo del comienzo, la posibilidad pura, la reflexión total,
el inicio del inicio o <<el regreso
fundamental>> (como diría Husserl).
La pura identidad de los contrarios. La semejanza de lo des-semejante.
Se trata de un titánico esfuerzo hacia la interioridad pura del pensamiento, para lograr la posición del acto teorético primero sin presupuesto alguno. Intencionalidad primigenia plena de derroche cognoscitivo y por lo mismo significativo.
Identificación científica y especulativa, analítica y sintética; presumiblemente cierta, ocasionalmente provisional; experimentalmente especulativa, no reiterativa:
Se trata de un titánico esfuerzo hacia la interioridad pura del pensamiento, para lograr la posición del acto teorético primero sin presupuesto alguno. Intencionalidad primigenia plena de derroche cognoscitivo y por lo mismo significativo.
Identificación científica y especulativa, analítica y sintética; presumiblemente cierta, ocasionalmente provisional; experimentalmente especulativa, no reiterativa:
<<Lo furtivo
es fugaz pero es más que lo fugaz. Lo furtivo es -en latín- el estilo del
ladrón, que tiene que actuar muy deprisa para sustraerme las palabras que yo he
encontrado. Muy deprisa porque tiene que deslizarse invisiblemente en la
nada[xv]
que me separa de mis palabras, y hurtármelas antes incluso de que yo las haya
encontrado, para que, una vez que las haya encontrado, tenga yo la certeza de
haber sido despojado de ellas ya desde siempre. Lo furtivo sería, así, la
virtud de desposeer que sigue hundiendo la palabra en el substraerse de sí>>[xvi].
¿Son las ideas lo mismo que sus
signos? ¿Son sus ideas igual que su
pensamiento? ¿Cuáles son los usos lingüísticos de Derrida? ¿Escribe para que
se le entienda, o para que se le juzgue, o para ambas cosas a la vez; o para
que se le interprete, se le critique, se cree, se re-construya, ... ? ¿Qué
relaciones hay entre sus ideas y entre sus signos y entre ambos a la vez?
¿Está Derrida a caballo entre el existencialismo de Sartre y la fenomenología, como método, de Husserl o es simplemente un fugaz intento de idealismo?
Es, tal vez, la búsqueda racional sin ser plenamente ilustrada de una posible significación en la implicación directa e inmediata, en la íntima vinculación de los contrarios, para encontrar un significado distinto que defina correctamente lo que siempre se ha buscado:
¿Está Derrida a caballo entre el existencialismo de Sartre y la fenomenología, como método, de Husserl o es simplemente un fugaz intento de idealismo?
Es, tal vez, la búsqueda racional sin ser plenamente ilustrada de una posible significación en la implicación directa e inmediata, en la íntima vinculación de los contrarios, para encontrar un significado distinto que defina correctamente lo que siempre se ha buscado:
<<No es
gracias a la escritura sino entre dos escrituras como había podido insinuarse
la diferencia furtiva, poniendo mi vida al margen y convirtiendo su origen, mi
carne, en el exergo y el yacente sofocado de mi discurso. Era necesario, por
medio de la escritura hecha carne, por medio del jeroglífico teatral,
destruir el doble, borrar la escritura apó-crifa que, al sustraerme el ser como
vida, me mantenía a distancia de la fuerza oculta. Ahora el discurso puede
alcanzar su nacimiento en una perfecta y permanente presencia en sí>>[xvii].
El contenido especulativo de Derrida es
ingente, enorme, en último término, inabarcable. Es la medida de la incertidumbre
por recibir tantos y tantos mensajes[xviii] o conjunto de
mensajes, o simples contenidos especulativos (nada más y nada menos),
aunque no exprese todo lo que se quiera dar a entender, sin que por esto deje
de ser bien comprendida su intención. Es el arte de formar, de inventar, de
fabricar conceptos. Es el arte de crear conceptos siempre nuevos. Conceptos que
se extienden hasta el infinito, y más allá. Nunca creados a partir de la
nada. Es el acontecimiento puro, el acontecimiento de Otro[xix]. Absoluto y relativo a
la vez. Total y fragmentario. Real sin ser actual, ideal sin ser abstracto...
Autorreferencial en la medida en que se plantea a sí mismo y plantea su objeto
al mismo tiempo que es creado[xx]. Evidente conocimiento,
pero conocimiento de uno mismo, y lo que conoce, es el acontecimiento puro, que
no se confunde con el estado de cosas en el que se encarna.
Pensamiento que reivindica el movimiento infinito o el movimiento del infinito o de lo infinito, o de lo que constituye la propia imagen del pensamiento. <<Podría ser lo no pensado en el pensamiento>>[xxi]. Conceptos que remiten más allá de sí mismos a una profundidad última que los hace posibles y los sostiene. Es <<la trasgresión de la metafísica por ese <<pensar>> que, (...), todavía no ha comenzado (...). Cuestión de nuevo, y siempre, implicada cada vez que una palabra, protegida por los límites de un campo, se deje provocar de lejos por el enigma de carne...>>[xxii].
El enigma de la presencia que es conciencia. Enigma de la prefiguración pronominal del sentido, que no es más que una provocación de la escritura. De la escritura propia, y de la escritura que Derrida suscita por su lectura; de la diferencia que separa a la palabra (su palabra) de la lectura (mi lectura). Palabras muertas después de haber sido escritas. Palabras vivas mientras se las está leyendo:
Pensamiento que reivindica el movimiento infinito o el movimiento del infinito o de lo infinito, o de lo que constituye la propia imagen del pensamiento. <<Podría ser lo no pensado en el pensamiento>>[xxi]. Conceptos que remiten más allá de sí mismos a una profundidad última que los hace posibles y los sostiene. Es <<la trasgresión de la metafísica por ese <<pensar>> que, (...), todavía no ha comenzado (...). Cuestión de nuevo, y siempre, implicada cada vez que una palabra, protegida por los límites de un campo, se deje provocar de lejos por el enigma de carne...>>[xxii].
El enigma de la presencia que es conciencia. Enigma de la prefiguración pronominal del sentido, que no es más que una provocación de la escritura. De la escritura propia, y de la escritura que Derrida suscita por su lectura; de la diferencia que separa a la palabra (su palabra) de la lectura (mi lectura). Palabras muertas después de haber sido escritas. Palabras vivas mientras se las está leyendo:
<<No hay, en general,
texto presente, y ni siquiera texto presente-pasado, texto pasado como
habiendo sido presente. El texto no se puede pensar en la forma, originaria o
modificada, de la presencia. El texto inconsciente está ya tejido con huellas
puras, con diferencias en las que se juntan el sentido y la fuerza, texto en
ninguna parte presente, constituido por archivos que son ya desde siempre
transcripciones. Láminas originarias. Todo empieza con la reproducción...>>[xxiii].
Lo que desearíamos retener de la
experiencia de su lectura es la diferencia profunda que separa a la palabra que
expresa directamente su pensamiento de la que comunica el contenido de su
escrito para reencontrar su pensamiento en la escritura. Para
remontarnos del acto de leer al acto de escribir. La escritura se convierte
entonces, si no en una necesidad absoluta, por lo menos en una práctica
inevitable; en un comienzo de análisis gramatical y lógico, especulativo, no
sólo descriptivo, sino también deseo de creación. Al escribirse, el
pensamiento define por sí mismo su propio sentido, sabe <<lo que quiere decir>>; sabe lo
que dice y sabe <<hacerse comprender>>; se da a sí mismo la prueba en cierto modo
material, de que las palabras que usa definen sin ambigüedad ni equívoco el
sentido que se propone comunicar.
No sé si me equivoco al decir que las
acrobacias conceptuales (¿verbales?) más libres de Derrida, que nadie, pienso, crearía
de otra manera que no fuera escrita, siguen siendo siempre, o al menos la
mayoría de las veces, percibidas por el lector como improvisaciones de
gran profundidad. Escribe lo pensado tal y como lo ha pensado:
<<La palabra y su
notación -la escritura fonética, elemento del teatro clásico-, la palabra y su
escritura no quedarán borrados de la escena de la crueldad más que en la medida
en que pretendieran ser dictados: a la vez citas y recitaciones y
órdenes>>[xxiv].
La frase perfecta se impone al espíritu
como una estructura cuyos elementos, en sí mismos y en su orden, manifiestan
una estricta necesidad. Esto es lo que el filósofo quería al
escribirlas. Mientras se siente la presencia del autor es que las palabras
continúan vivas. Son fabricaciones del espíritu para el espíritu. Son
fabricaciones de lo uno para lo otro. La afirmación del reino de la
posibilidad como esfera de las esencias puras. Momento dialéctico, homogéneo,
racional, indeterminado, pleno. Esencia del no-ser. Indeterminación de
lo supuestamente material. Limitación considerada fuera del orden esencial,
capaz de instaurar la negación en su interior. Substrato material extrínseco a
la razón. Momento del proceso de realización de lo inteligible. No cambio. No
condición. No espíritu indeterminado. No elección. Puro posible racional.
Auténtico escenario de lo que fue, de lo que es y de lo que será.
No estoy seguro de que su autor haya querido darles un sentido análogo, pero estos versos me parecen a propósito para expresar lo que ahora quiero decir:
No estoy seguro de que su autor haya querido darles un sentido análogo, pero estos versos me parecen a propósito para expresar lo que ahora quiero decir:
<<Aquí
tenéis palabras encontradas
En horas de hablar
claro y lo bastante,
Cuando creció la luz y
era importante
Vivir en alta voz.
Están guardadas
En libros que la gente
ya no quiere,
Y afirman los designios
que tuvieron
Los hombres que miraron
y supieron
Encontrar una vida que
no muere.
Y nosotros las vemos,
las decimos
En el silencio. Luego
nos callamos.
Escrito quedará lo que
escribimos,
Para la paz nosotros
meditamos>>[xxv].
NOTAS:
[xii]Ibíd., pág. 132 y sg. Acertada
crítica la que hace a Levinas: <<... El pensamiento
neutro del
ser neutraliza al otro como ente...>>. Y yo me pregunto: ¿De qué ser? ¿Del SER, o del ser de
los seres, o del ser siendo? ¿Por qué el pensamiento del ser es neutro y no simplemente
pensamiento? ¿Qué es lo que de común tienen el pensamiento, la ontología y la tiranía del
Estado, no relacionadas unas con las otras, sino todas a la vez? ¿Cómo es posible determinar un
hombre sin humanidad; un árbol sin ser vegetal, un ser sin existir o un Dios que no es divino?
Repito: acertada crítica la que hace de Levinas.
ser neutraliza al otro como ente...>>. Y yo me pregunto: ¿De qué ser? ¿Del SER, o del ser de
los seres, o del ser siendo? ¿Por qué el pensamiento del ser es neutro y no simplemente
pensamiento? ¿Qué es lo que de común tienen el pensamiento, la ontología y la tiranía del
Estado, no relacionadas unas con las otras, sino todas a la vez? ¿Cómo es posible determinar un
hombre sin humanidad; un árbol sin ser vegetal, un ser sin existir o un Dios que no es divino?
Repito: acertada crítica la que hace de Levinas.
[xvii]Ibíd., pág. 267.
[xxv]Badosa, E.: Balada para la paz de los poetas, en <<Poesía española contemporánea>>. Barcelona, Plaza y Janés, 1966, pág. 541.
BIBLIOGRAFÍA:
1. BADOSA,
E.: Balada para la paz de los poetas, en <<poesía
española contemporánea>>. Plaza y
Janés, Barcelona, 1966.
2. DELEUZE,
G. Y GUATTARI, F.: ¿Qué es la Filosofía? Anagrama, Barcelona, 1993.
3. DERRIDA,
J.: Espolones (los estilos de Nietzsche). Pretextos, Valencia, 1981.
4. DERRIDA,
J.: La Escritura y la Diferencia. Anthropos, Barcelona, 1989.
5. PERETTI,
C. de: Jacques Derrida: Texto y Deconstrucción. Anthropos. Barcelona,
1989.
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