sábado, 10 de septiembre de 2016

Shibboleth



Doris Salcedo realizó esta obra en el Turbine Hall de Tate Modern, Londres, dentro del programa de intervenciones y/o instalaciones de The Unilever Series, entre el 9 de octubre de 2007 y el 6 de abril de 2008.















La obra “Shibboleth” es una grieta de 167 metros de largo y 70 centímetros de profundidad que atraviesa el suelo de la sala de turbinas.
Se trata de una hendidura como un movimiento que zigzaguea a través del piso, resquebrajándolo en ramificaciones y caminos truncados, y que aparentemente transcurre de modo arbitrario a través del piso de la Sala de Turbinas.

Con la grieta, Salcedo intenta marcar la división profunda que existe entre la humanidad y los que no son considerados exactamente ciudadanos o humanos. El racismo, la división social, la división entre occidente y su afuera (el muro de Berlín, el muro que rodea los territorios ocupados en Gaza o Cisjordania...) son las alusiones que la artista atribuye a su obra.
Una grieta sin fondo, un espacio, entre estos dos mundos que jamás se tocan, que jamás se encuentran.
Aquí, la “desaparición” de la autora, según Barthes, es más que evidente. Aunque está claro, que no desaparece del todo.
Nuestra autora, se convierte, siguiendo a Foucault, en una creadora de "prácticas discursivas" proponiendo su narrativa dentro de esta sociedad y cultura concreta. El discurso es anónimo y formado por las diversas voces de los espectadores.
La grieta es un espacio vacío o negativo, algo que está ausente. Podríamos llamarla una “instalación”, un formato que usualmente indica que tenemos una configuración formada por varias partes, que involucran al espectador de manera interactiva. El espectador tiene que ser activo, tiene que participar para que la obra tenga sentido.
La obra de Salcedo, nos invita a caminar a lo largo de sus bordes y a examinarla. Forzándonos a tomar decisiones y asumir ciertas responsabilidades al compartir el espacio con otros, tal como sucede en cualquier sociedad, en cualquier lugar.  Hay algo en la obra que al mismo tiempo es juego y extremadamente serio.
Su escultura se vuelve algo metafórica, casi abstracta, porque parte de un discurso poético que pretende abrir una brecha en el centro de nuestros sentimientos. De tal forma, que nos fuerza hacia la intuición, la duda, y también a buscar la respuesta a su obra.
Siguiendo a Homi K. Bhabha, podríamos describir este espacio abierto como un entre-lugar (figuras complejas de diferencia e identidad, pasado y presente, adentro y afuera, inclusión y exclusión), que serviría para la descripción de la exposición de Salcedo. Con esta idea de entre-lugar no solo se refiere a la abertura en el suelo, sino que incluiría también el modo, el cómo la gente reacciona frente a una situación indeterminada y negocia su papel en el espacio.
Bhabha describe los entre-lugares como espacios de apertura y ambigüedad que despiertan cuestionamientos y dan lugar a una toma de conciencia de diferencias sociales y culturales. Esos espacios entre-medio proveen el terreno para elaborar estrategias de identidad que inician nuevos signos de identidad, y sitios innovadores de colaboración y cuestionamiento, en el acto de definir la idea misma de sociedad.
Así pues, la exposición de Salcedo aparece como un espacio entre-medio, lleno de contradicción. En este espacio las fronteras espaciales y las líneas divisorias son centrales, y el título Shibboleth funciona como recordatorio de su propia historia de in- y exclusión. Debido a la necesidad de una negociación permanente es un espacio altamente político.
Se podría sostener por ejemplo, como hace Mieke Bal, que el arte de Salcedo es político en la medida en que sus estrategias estéticas se alejan de la representación: mientras que esta es reductora y distancia al espectador a través de la estilización del conflicto y de la violencia, las obras de Salcedo, por medio del despliegue de su poder evocador, tendrían la facultad de no sólo referirse a la política sino también de intervenir en ella. La representación cierra sobre un discurso la potencia estética del objeto pero la evocación obliga a la apertura discursiva; el refinamiento poético de la obra de Salcedo es su gran mérito, posibilita que el espectador se plantee preguntas acerca de la injusticia.

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